Provenientes de Torreón Coahuila, pero originarios de Honduras, Lester y Andrés, dos migrantes con rumbos separados, se hicieron amigos en su recorrido para cruzar México e ir a New York en donde aseguran el trabajo y el dinero les sonreirá, uno con el temor de que a cada paso sea detenido por migración, es contagiado por el otro de su positivismo y la fe en Dios, asegurando que con él nada les faltara, aunque aseguran que viajar en la bestia es hacerlo con el temor de la muerte cerca.

Lester Ayax de 35 años, originario de Honduras platicó sobre sus 30 días fuera de su país, en donde explica que desde su ingreso a la “bestia” en donde le piden dinero todo se vuelve complicado, pues no solo son los maleantes sino también las autoridades y migración de quienes se tiene que cuidar.

“Ya el que logra llegar aquí como que corona un poco, porque aquí casi no hay migración o esta menos, pero donde hay más presión es Veracruz y Apizaco es donde está verdaderamente horrible”.

Con la intención de llegar a New York, pese a ser empleado de un banco en Honduras, dice que el dinero no alcanza, “el billete es el que manda”, allá es más difícil de poder conseguir papales como aquí los de México, aquí con un año en la maquila y rápido se les da, pero allá puedes estar trabajando 20-30 años y no nos dan nada.

En Honduras la vida es diferente que aquí, allá es muy caro, es lo doble, aquí nos dan una moneda un taco, y listo aquí hay vida, por eso hacemos una moneda en Delicias.

En su segundo viaje, pero ahora todo es diferente, hay secuestros, robos, antes no había nada de esto, robaban alguno que otros en el tren, pero ahora te matan.

“Siempre se siente miedo en el tren, en las noches andan los maleantes, en ese tren no hay ningún momento de la vida que no sientas miedo, hay asesinos delincuentes, pero me escondo, me meto en los hoyos, si veo problemas mejor me tiro del tren”, aseguro entre risas nerviosas.

He visto muchas cosas, pero a mí no me ha pasado nada, y lo que pasa pasa, dijo, al mismo tiempo que aseguro que la gente que quiere salir adelante tiene que luchar para poder tener algo y comer cómodamente.

Mientras que Aníbal Andrés López, de 19 años, también originario de Honduras dijo que es su segundo intento, pues la vez pasada llego hasta Veracruz y lo deportaron, ahora siente un logro haber llegado a Delicias, y que en torreón donde encontró a Lester, se hicieron amigos y decidieron seguir el viaje juntos.

Incomodo por los cuestionamientos, y hasta cierto punto renuente, pues no quería que su familia lo viera sucio, señaló que se hace todo para poder salir adelante y mandar algo de dinero a su madre, a quien pese la situación que se vive en su viaje le manda dinero, de lo poco que le dan.

El asegura no tener miedo porque dice que Dios está con él, y mientras él lo acompañe no le pasara nada, al mismo tiempo que mastica un pedazo de madera que arranco de un árbol, tímido y sin ganas de platicar sobre sus experiencias las que califica de malas, pero que todo sea por llegar a trabajar allá y poder tener dinero.

Finalmente ambos agarran sus cobijas que para ellos son más importantes que el mismo dinero, porque son los que los mantienen calientes en las frías noches cercas de las vías en espera de seguir su sueño americano.