Cd. Delicias, Chih. — En medio del bullicio cotidiano del centro histórico de Delicias, una melodía suave y nostálgica se eleva entre los pasos apresurados de los transeúntes. Es don Abel Hernández Trejo, un músico de 68 años, que cada día sale con su clarinete o su saxofón para regalar alegría a quienes caminan por la zona comercial.
A pesar de las adversidades, don Abel ha encontrado en la música no solo una fuente de sustento, sino un propósito. “La situación económica está difícil”, comparte con sinceridad. “He buscado integrarme a grupos musicales aquí en la ciudad, pero todos me han dicho que están completos, que no hay espacio para mí”.
Fue un consejo de un amigo músico lo que lo llevó a tomar una decisión valiente: salir a las calles con su instrumento y dejar que su talento hablara por él. “Mi amigo me dijo: ‘Ve al centro, toca, y la gente te va a apoyar’. Y así fue. La gente escucha, se detiene, me sonríe, y muchos me ayudan con una moneda. Hasta ahora, ha funcionado”.
Con una expresión serena y el alma llena de música, don Abel asegura sentirse contento con lo que hace. No solo por lo económico, sino por el impacto positivo que genera a su alrededor. “La gente necesita alegría, y si puedo darles un momento bonito con mi música, para mí ya es ganancia”, dice.
Más allá de sus notas musicales, don Abel también comparte sabiduría. Durante la conversación, dirigió un mensaje especial a las nuevas generaciones: “A los jóvenes les digo que vayan por el buen camino, que no se rindan y que no anden en malos pasos. Que le echen ganas a la vida y que estudien, porque el estudio les abre muchas puertas”.
Don Abel es un ejemplo de dignidad, pasión y resistencia. Su historia, como su música, toca el corazón y nos recuerda que incluso en los días más difíciles, siempre hay algo valioso que ofrecer al mundo.