Chihuahua.– Desde hace tres años, el señor Francisco Padilla, ingeniero agrónomo egresado de la Universidad de Sonora, vive debajo de un puente por donde cruza un arroyo, ubicado en la calle Izalco, en su cruce con la avenida Francisco Villa.

Una mala decisión en su vida profesional lo llevó a esta situación de calle, tras haber sido abandonado por su familia, esposa e hijos.

Padilla, originario del sur del país, relata que ejerció su profesión en la ciudad de Guadalajara, donde viajaba constantemente por motivos laborales. Sin embargo, buscando mejores ingresos, tomó decisiones que poco a poco complicaron su vida.

En 2013 llegó a la ciudad de Chihuahua, donde sufrió un accidente que le dejó el brazo izquierdo lesionado de manera permanente. Según cuenta, los médicos le informaron que ya no podían intervenir quirúrgicamente debido a su edad, lo que le ha impedido reintegrarse al ámbito laboral.

“La soledad y el dolor me orillaron al alcoholismo”, confiesa Francisco, quien asegura que esa ha sido su única forma de sobrellevar la tristeza y el sufrimiento de vivir en condiciones tan adversas.

Debido a la falta de recursos, tuvo que abandonar la vivienda que rentaba en una colonia cercana, en la zona de El Saucito. Desde entonces, ha encontrado refugio bajo el puente, donde sobrevive gracias a la ayuda que le brindan ciudadanos en los semáforos, así como algunos restaurantes ubicados en Distrito 1 y la plaza Saucito.

Padilla agradece profundamente a quienes le ofrecen comida o algunas monedas, pero lanza un llamado urgente a las autoridades para que lo apoyen con atención médica que le permita rehabilitar su brazo y así conseguir empleo.

“Lo único que quiero es una oportunidad para volver a empezar”, dijo.

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