La Ley Trasciende busca reconocer el derecho de cada persona a decidir sobre el final de su vida y garantizar una muerte digna. Samara busca presentarla en Congreso antes de que finalicé el mes de octubre
A sus 30 años, Samara habla de la muerte sin titubeos, con una serenidad que contrasta con el dolor crónico que la acompaña desde hace más de una década. Su voz, firme pero dulce, transmite no resignación, sino claridad: “no me da miedo morir, me da miedo seguir sufriendo”.
La periodista Samara Martínez Montaño padece insuficiencia renal crónica en etapa terminal, además de lupus eritematoso sistémico, glomeruloesclerosis focal y segmentaria, hipertensión y dislipidemia mixta, de ellas se derivan cuestiones secundarias como anemia. Cada día se conecta a una máquina para seguir con vida, mientras soporta dolores constantes en las articulaciones y en el abdomen. Aun así, encontró en su enfermedad una causa que ha decidido abrazar: abrir en México la posibilidad legal de una muerte digna.
En entrevista para El Heraldo de Chihuahua relató que desde hace una década se encuentra luchando contra su propio cuerpo, pero va a llegar un momento en el que su única alternativa de vida que es la diálisis peritoneal va a dejar de funcionar, sin que haya otra opción.
Por eso, cuando imagina su despedida, lo hace desde la paz. Sueña con un atardecer en una playa virgen de la Riviera Nayarit, rodeada de su familia, en una celebración íntima que honre su vida más que su muerte.
Amar es decir ir y no ser egoístas ante el dolor
“Después de que perdí mi segundo trasplante, los médicos me dijeron que ya no habría posibilidad de otro. Desde ese momento entendí que mi vida dependería siempre de una máquina, hasta que mi cuerpo dejara de resistir. Ahí decidí que quería emprender esta lucha: poder elegir el momento de partir sin dolor ni agonía, con mi esencia intacta, sin estar postrada en un hospital”, relata.
El dolor físico es constante: en sus articulaciones, en sus piernas y en el abdomen cada noche cuando se conecta a la diálisis. “Es triste, uno se acostumbra al dolor, es como estar en un duelo y cada vez que algo empeora ocasiona más dolor”.
Pero lo que más sorprende de su testimonio no es la crudeza de la enfermedad, sino la claridad con la que ha decidido enfrentarla. Su familia, confiesa, ha sido su mayor sostén, sus padres y hermanos la acompañan con amor. “No hay dolor más grande que ver sufrir a un hijo, pero ellos prefieren dejarme ir con mi esencia antes que verme agonizar”.
Su familia ha luchado a la par y ha visto cómo su cuerpo se va marchitando, que a pesar de que médicamente se ha hecho lo posible, también hay límites. Para sus papás, la noticia ha sido devastadora, pero a diario asimilan la decisión de trascender, comprenden que amar también es dejar ir y no ser egoístas al verla sufrir.
Su batalla es profundamente humana. Habla del abandono que viven muchas mujeres enfermas, pues siete de cada diez son dejadas por sus parejas. Ella misma fue una de ellas. “Ha sido lo más doloroso de todo el proceso, más que las agujas o las operaciones”, dice con franqueza, sobre todo porque se trataba de una persona que prometió acompañarla en la salud y la enfermedad, incluso hasta el final de la vida. “Fue el duelo más difícil, el que me rompió en pedazos. Pero he tratado de pegarme poco a poco, como en la técnica japonesa del kintsugi, donde las grietas se reparan con oro. Así me reconstruyó cada día”.
Ese dolor íntimo, transformado en fuerza, es lo que hoy la mueve a luchar. “No pienso en cuándo voy a morir, pienso en vivir al máximo cada día que tengo”, dice con voz firme, pues está convencida de que el tiempo que le quede de vida lo dedicará a que el derecho a morir dignamente se materialice y ayudar a muchas personas que lo necesitan.
Ley Trasciende llegará a la Cámara de Diputados
El camino no ha sido sencillo. Desde hace un año, la primera vez que tocó puertas para hablar de eutanasia, lo hizo sola. No encontró eco en el Congreso local ni en el Senado. Pero lejos de rendirse, Samara levantó la voz a nivel nacional. Su voz ha retumbado con fuerza, al grado de que en una conferencia matutina de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se pronunció a favor de dialogar el tema. Para Samara no hay tiempo de dialogar, es necesario actuar y trascender a través de un cambio en materia de derechos humanos.
“Para mi su respuesta se quedó medianamente tibia, cuando hablamos del dolor de las personas no es cuestión de dialogar, se debe priorizar. Si quieren abrir diálogo que nos inviten a los pacientes, porque en las ocasiones que se ha tratado de legislar el tema se hablan entre legisladores, sin tomar en cuenta a las personas que sufren. Esta es una cuestión de humanidad”.
Hoy ya no camina sola: asociaciones civiles como DMD (Por el Derecho a Morir con Dignidad), a favor de los derechos humanos y el colectivo Luchemos por la Muerte Digna, así como la abogada Paola Zavala y la diputada federal Laura Ballesteros Mancilla y el activista Aurélien Guilabert, se han sumado a su causa para presentar la iniciativa para la segunda quincena del mes de octubre.
La propuesta que busca una reforma al artículo 166 de la Ley General de Salud, que actualmente tipifica la eutanasia como “homicidio por piedad”. Con ello, pretende establecer un procedimiento legal, con filtros y acompañamiento médico, para que las personas con enfermedades crónico-degenerativas en etapa avanzada puedan decidir cuándo y cómo despedirse de la vida.
Para Samara, este esfuerzo va más allá de lo personal: “México está preparado para regular la muerte digna. Esto no es rendirse, es reconocer la realidad y poder elegir con libertad. Ningún dogma ni religión debe estar por encima de la dignidad humana”.
Afirma que nadie está exento de padecer alguna enfermedad crónico degenerativa en la cual se agoten las alternativas médicas y que en los últimos momentos se tenga el derecho de despedirse dignamente.
La joven también trabaja a nivel local en Chihuahua en otra iniciativa que busca que los pacientes con enfermedades crónico-degenerativas avanzadas puedan acceder a placas y tarjetones de discapacidad, ya que actualmente, la Ley de Tránsito y Vialidad no los contempla. El pasado jueves, se presentó la iniciativa ante el Congreso Local tras un trabajo arduo de seis meses, la cual estuvo a cargo de la diputada Nancy Frías y se sumaron las legisladoras de Morena, PT y PRI.
Ley Trasciende: Por una muerte digna en México
En la plataforma Change.org impulsa la petición “Ley Trasciende: Por una muerte digna en México”, que ya supera las 72 mil firmas, por lo que Samara sigue sumando voces a su lucha. Su meta es llegar a 100 mil y presentar la iniciativa en el Congreso antes de que finalice octubre.
“Invito a todos a reflexionar: si somos capaces de dar a nuestras mascotas una muerte sin sufrimiento, ¿por qué negárselo a un ser humano? Quien no esté de acuerdo, que pase un día en un hospital acompañando a enfermos crónicos y quizá entonces entienda lo que significa vivir con dolor”, menciona.
A Samara no le da miedo morir, miedo le daba que la corrieran de una empresa por estar enferma, perder sus órganos y la salud, perder su matrimonio y patrimonio. Ahora abraza lo inevitable. “No tengo miedo de morir, quiero partir con dignidad, no con dolor”.
Pero al hablar de su propia despedida, se permite soñar. La imagina en una playa virgen de la Riviera Nayarit, al atardecer, acompañada de su familia, celebrando no la muerte sino la vida: un momento íntimo, sereno y luminoso, en el que pueda dar gracias por todo lo vivido, bueno y malo, porque la ha construido como mujer, que sea un día de trascendencia.
Esa imagen, dice, resume lo que busca para sí y para otros: paz, libertad y dignidad.
Samara, desde Chihuahua, no pide compasión, pide derechos. Pide que la sociedad y las leyes reconozcan que la libertad también incluye el derecho a decidir sobre el final de la propia vida.
Si quiere apoyar a Samara, firma la petición para la Ley Trasciende: https://chng.it/dLSPHpgB2n
información: El Heraldo de Chihuahua